Salvaje y libre. Así se siente y se muestra el jamaiquino en su nuevo trabajo. La apertura es con el tema que le da nombre al disco, muy al estilo de la isla, pero sin ajustarse a libretos preconcebidos por el género nacido allí. Así transcurren las 12 canciones del trabajo del hijo de Bob, que hace rato dejó claro que es algo más que uno de los herederos directos del "rey del reggae".

Con los postulados del género al frente, Ziggy planta bandera, reivindica la cultura y la identidad de los suyos, promueve la liberación definitiva del cuerpo y el alma, sin olvidar el amor. Y, como corresponde, lo hace bailando y llevando a todos a moverse a su ritmo pegadizo. Ziggy no se corre demasiado del camino troncal del reggae, pero le aporta frescura, alegría y fuerza cruzando tambores tribales con sintetizadores y guitarras dulces.